lunes, 28 de julio de 2008

TIEMPOS DE REFORMA



Sabemos que en esta época nos toca pensar y actuar desde los márgenes de la inseguridad. Ello no quita que la labor educativa no deba tener un rumbo, un trayecto propio dirigido por algunas ideas-fuerza que se traduzcan en proyectos colectivos asumidos individualmente.
El sistema educativo, a pesar de su crisis, no debe dejar librado a la suerte su recorrido, a los deseos de los "consumidores", de las realidades económicas concretas o de la dinámica social que obedece a intereses no siempre claros. Su legitimidad, su sentido último requieren ser repensados, y si es posible replanteados y reformulados.
® ¿A quién le corresponde decidir sobre los contenidos de la educación formal?
® ¿Quién tiene la legitimidad de elaborar un modelo de educación y de prácticas pedagógicas?.
Las reformas educativas intentan responder a la crisis. Se incorporan nuevos conceptos, nuevas formas de entender el lugar de la educación en nuestra sociedad, su rol, su función. Se conforma un discurso a través de nuevos lenguajes, de corte y contenidos tan técnicos que enturbian nuestro entendimiento del carácter social, económico y político de la educación. Una retórica propia de las reformas y de las innovaciones escolares.
"Cambio", en sentido neutro, nos dice poco. En todo caso, es un tipo de fenómeno por el cual siempre se produce alguna alteración más o menos planificada a diferentes niveles (sistema, centro, aula). Así por ejemplo, desde un sentido estrictamente descriptivo, hablamos de "cambios en el sistema educativo" o "cambios en la metodología utilizada en el aula", sin incluir una valoración cualitativa de esos cambios. El cambio puede imponerse, desde las normativas administrativas centrales o desde los contextos sociales más amplios. Y no necesariamente implica progreso.

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